Aparecemos. Nacemos, crecemos por el azar,
-A la buena de Dios- (x 2 cojones!)
Producto de un solo espermatozoide,
un pálido punto blanco entre millones, (reservado)
el más veloz (quizás), el de más suerte, que alcanzó primero su blanco,
su objetivo, su motivo de burlar la muerte aún sin ser vivo.
Por llegar a un óvulo que le es propio, previamente preparado,
un círculo que lo contiene todo, huevo evolucionado,
que de un óvalo doble es resultado (de un tiempo) de un par de trompas.
De dos labios que se dieron un beso apasionado.
-De un reflejo, de un reflejado-
De una boca que sedujo y produjo un acto amado.
Una palabra.
Un deseo.
Un querer verse a ciegas. Un reflujo anticipado.
Un fluir que Es, en la suma de sus 2 lados,
la duración, de un presente y de un pasado,
de un futuro que no llega y Es llamado,
con nombre propio.
De este acto que no es nunca conjugado, y de un verbo que renace
y que se muere consumado. De un juego…
De este juego: Del huevo humano.
De un círculo minúsculo, la forma más pequeña
que el ojo desnudo puede ver (en lo observado)
El ser, el primer instante…
La unión, ¡el poder!
Ese que por azar y destino te lleva a obedecer, a buscar, y a buscarte…
A dividir y multiplicar -siendo multiplicado-
A saber que un acto de amor requiere arte,
que implica ciencia y consciencia, paciencia y observación.
Reconocer las partes. Y un entregarse…
Que se disuelve y coagula en la iteración, en la inversión,
en este instante.
El parecer, un perecer eterno de un muerto resucitado.
La sucesión. El ser, el seguir siendo…
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